jueves, 10 de noviembre de 2011

El asma y el tabaco.

Fumar es un mal hábito para todo el mundo, pero especialmente para aquellas personas que tienen asma. Si una persona con asma fuma, tendrá más probabilidades de tener crisis asmáticas más frecuentes y más graves.

Ser fumador es un riesgo obvio para la salud, pero también lo es estar cerca de personas que fuman. Los padres pueden ayudar a sus hijos en edad infantil o adolescente que tengan asma protegiéndolos de los efectos del humo del tabaco.

Los peligros de ser fumador pasivo

El humo del tabaco que fuman otras personas es un claro desencadenante de las crisis asmáticas. Si eres fumador, considera la posibilidad de dejar el tabaco, sobre todo si tu hijo o hija tiene asma. El hecho de ser fumador pasivo puede dañar los pulmones provocando a la larga problemas respiratorios o empeorando los problemas respiratorios preexistentes.

Los niños con asma que conviven con fumadores:
  • tienen crisis asmática más a menudo
  • tienen más probabilidades de necesitar acudir a un servicio de Urgencias por una crisis asmática grave
  • faltan más al colegio por culpa del asma
  • tienen que medicarse más para tratar el asma
  • su asma es más difícil de controlar, incluso con medicación.
Y por encima de todo, los hijos de padres fumadores tienen muchas más probabilidades de fumar cuando crecen; ¿qué mejor motivo para dejar de fumar?
Puedes pedir ayuda a tu médico para que te indique posibles estrategias, desde grupos de apoyo hasta medicamentos.


Instruye a tu hijo acerca de la verdad sobre el tabaco y los perjuicios a corto y largo plazo que puede provocar.

  • Infórmalo sobre lo caros que son los cigarrillos y otros productos que contiene tabaco.
  • Explícale que fumar provoca mal aliento, deja mal olor en la ropa y tiñe los dientes de amarillo.
  • Díle a tu hijo que a él no le está permitido fumar.
  • Exponle que si fuma tendrá más crisis asmáticas y su asma será más difícil de controlar, lo que afectará a su vida cotidiana.

Fuente: KidsHealth

jueves, 3 de noviembre de 2011

El asma y el ejercicio.

Algunas veces el ejercicio puede desencadenar síntomas de asma, lo que se denomina asma inducido por el ejercicio. Los síntomas del asma inducido por el ejercicio son tos, sibilancias, una sensación de opresión en el pecho o falta de aliento, que la mayoría de las veces empiezan poco después de dejar de hacer ejercicio aunque en algunas personas pueden aparecer después de empezar.

Tener síntomas de asma cuando haces ejercicio no significa que no puedas o no debas hacerlo. 
De hecho, el ejercicio aporta gran cantidad de beneficios a las personas con asma: 

  • Mejora la condición física y la tolerancia al ejercicio
  • Ayuda a disminuir la ansiedad y el nerviosismo durante los ataques
  • Mejora la capacidad pulmonar y la musculatura del tórax, haciendo más fácil sobrellevar los ataques
  • En niños, mejora el desarrollo físico, mental, social y los prepara para una vida adulta saludable

Consejos para evitar los ataques